Hija de Deva

 

Donde las estrellas juegan con la brisa del Cantábrico. 

Donde las montañas susurran antiguos secretos, las Hijas de Deva se preparan para celebrar el Festival de la Igualdad.

La montaña, la estrella, la brisa, al agua y la Luna de manto plateado las unen y reúnen. 

En las sombras Rodrigo las mira con gesto desafiante.

 

Isabella, la Guardiana de la Marea, líderesa de las Hijas, siente la mirada oscura, la tensión pesada, el hálito amargo de quienes desafiantes no participan de la luz. 

 

-       “´Rodrigo, ¿no piensas que es tiempo de dejar atrás las viejas barreras, esas que te impiden unirte a la celebración?

 

Rodrigo, enclavado en tradiciones antiguas, observa la celebración con desdén, mientras comparte con su grupo risas despectivas. La igualdad para ellos es una molesta provocación y las de Deva unas tejedoras de cambio, unas intrusas en su visión del mundo.

 

-       "Isabella, las mujeres deben saber cuál es su lugar. Esta festividad solo trae desorden a nuestras tradiciones."

 

El desafío se presenta gris, duro, masculino…

Rodrigo reta a las Hijas. 

Su arrogancia se traduce en competición. Una competición de pesca, convencido de que estas mujeres no podrán igualar la destreza ni la fuerza masculina en las feroces aguas del Cantábrico.

Olvida que son hijas del Agua. Mujeres flexibles, llenas de coraje y sabiduría.



Marta se acerca a Elena, la joven pescadora, que con el fuego de la rebeldía en los ojos ya va camino del triunfo. 

-       “Elena demostremos, como siempre, con nuestras acciones, como siempre, pero en esta ocasión que el Mar no tiene género y que está lleno de Agua y de Sal, que en su vientre nos guarda su inmensa fortuna”

 

Aliadas las olas. Olas que elevan y caen. Fluyen, son el eco de la resistencia femenina.

 

La costa al amanecer es un ballet de barcas y olas. 

Botes adornados con banderas de esperanza y guirnaldas de igualdad. Desafiantes. Olas cómplices. Manos diestras y corazones audaces. Musas de los océanos, sabiduría ancestral. Y un padre, el Cantábrico, rugido testigo de la competición que se lleva pronto consigo las expectativas y prejuicios de los más incrédulos.

 

Elena lanza la red con determinación. Desafiando los estereotipos que en otro momento y en otro lugar, la hubieran dejado en puerto, varada, como una sirena perdida y sola. Hoy tampoco está sola.

 

El regreso a la orilla es pura fiesta. Pesca abundante en los botes de las Hijas.

Han sentido la fuerza del mar, han compartido palabras alentadoras: “No es solo una competición, es una demostración de que las mujeres podemos enfrentar cualquier marea”.

 

Los hombres son puro silencio, estupor, vacío…

Isabella habla con serenidad y entereza, con la dignidad de su Diosa: 

-       “El mar no discrimina y nosotros tampoco deberíamos. La fuerza de nuestro conocimiento y las habilidades se amplifican cuando trabajamos juntos sin importar el género”

 

La pesca abundante empieza a saber a encuentro.

Rodrigo, tocado por la evidencia sentada frente a sus ojos murmura: “Quizás hemos subestimado la sabiduría de las Hijas de Deva”.

Isabella, extendiendo la mano en un gesto de reconciliación, invita a Rodrigo y su grupo a unirse a la celebración.

-       La igualdad es un bien, un festín para todos, del que todos pueden disfrutar”

Rodrigo acepta la invitación.

 

El Cantábrico vuelve a ser testigo azul. La espuma acaricia la playa llevándose consigo los ásperos últimos granos de hostilidad. Quedan ahí, expuestos al sol…confundidos con el ocaso.

 

La tarde cae, se viene la noche. 

El diálogo entre las estrellas y el susurro del mar recoge el eco de la fiesta. 

Palabras de una escritura salada que habla de coraje, pero también de compasión. 

De superación, pero también de siembra.

En la arena ya solo quedan los vestigios del fuego que ha quemado lo viejo, lo inservible, lo vil, lo cruel…el humo hizo su alquimia en los corazones de aquellos que alguna vez dudaron de la igualdad.

En la noche asturiana, en el ocaso astur, la luz de la unidad brilla guiando, abriendo paso a un futuro mejor, un futuro donde las diferencias se resuelven, se disuelven.

Es una poderosa marea de comprensión y respeto.

 

-       Güela, Güela, cúntamelo otra vegada

-       Que quies que te cunte, la mio xana

-       De cuando yeres pescadora y les fíes de Deva echastis al mar

-       Fai enforma d'eso yá

-       Sí, pero cúntamelo otra vegada. Debió de ser toa una aventura

 

EPÍLOGO

Esta es una historia de amor. De sororidad.

Es una épica que eleva a heroínas a mujeres sencillas, anónimas…como lo somos prácticamente todas.

De vez en cuando, alguna, se convierte en faro, o podríamos decir en “linterna”. 

Brilla con luz propia y nos ilumina el camino.

Detrás de cada mujer, joven o anciana, de hoy, de ayer o de mañana hay una narrativa épica que nos acompaña desde que nacemos. Nacemos mujeres.

 

Vivo, vivimos la condición femenina, con orgullo, incluso diría yo que sintiendo muy fuerte el privilegio natural y la gran responsabilidad que otorga el poder de ser y ejercer de madre o no…

Fuera seguimos encontrando muchos momentos de paisaje hostil.

Camino de rocas, frío…dificultades…

Comentarios, prejuicios y situaciones de indefensión que nos exigen vivir en demostración continua de nuestro valor como seres humanos. 

La cultura, las culturas no nos lo han puesto ni ponen fácil. A menudo han enterrado generaciones de iniciativas, talento y habilidades sencillamente porque “no estaba bien visto destacar”. Parece que la discreción es la máxima o una de las cualidades  favoritas para medir el valor de una mujer. 

Las que destacan son feroces, ambiciosas, masculinas…

Destacar es sinónimo de lucha en el caso de la mujer. 

Se obvia que la inteligencia y el coraje se escriben en letras mayúsculas en el cromosoma X. La genética tampoco entiende de discriminación, se abre paso aún a pesar de las dificultades. Creo firmemente en ello. 

 

Lucha es palabra femenina. Femenina y singular. Pero no va con nosotras que somos más de acuerdo, de conciliar, de unir…que es una versión mucho más sofisticada de superación. De eso sabemos un rato. ¿Lograremos que nos escuchen?

Vaya por delante esta mi pequeña contribución.

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